Pero ella está ahí, acechando, a la espera de saltar sobre uno y engullirlo.
Y es que no se puede vivir del cuento eternamente.
No se puede no ser.
No se puede ser, sin vivir.
Porque vivir no es fácil...
Y cuando la realidad ataca, golpea duro.
Rompe la burbuja en la que estábamos inmersos con crueldad, dejándonos indefensos a merced del mundo.
Y ahí sólo tenemos dos opciones:
asumir y empezar el cambio, o parchear la burbuja en un burdo intento de mantenernos.
La inmensa mayoría parchea. y generalmente los parches son, cuando menos, de dudosa ética.
Son parches de plástico, falsos, llenos de ira y cargados de complejos.
Agresivos, condenatorios, ruines y de baja moral.
Parches que intentan sostener lo insostenible, que impiden la realización del indivíduo que a su vez, intenta impedir la del prójimo.
Y es entonces cuando la persona deja de serlo y se convierte en un estafador a merced de sus propias mentiras, recreándose en sus miserias y adaptándolas a sus propósitos.
Propósitos autodestructivos y dañiños que sin darse cuenta le consumen lenta pero inexorablemente.
Se crea entonces una sub-burbuja llena de odio hacia el mundo exterior. Odio y miedo a lo distinto, a lo hasta entonces desconocido por querer desconocerlo.
Empiezan entonces los reproches hacia ellos mismos, reproches que quedan en el más absoluto de los silencios por temor a ser desahuciados de sus burbujas.
Dependencia....mal asunto.
No encuentran más salida a tan frágil existencia que atacar.
Atacan todo aquello que les cause inquietud. Todo aquello que escape de sus absurdos convencimientos.
Y se convierten en meros títeres sin cabeza dando tumbos sin dirección y atormentados.
Sólo unos pocos se atreven a plantarle cara a la realidad y a asumir el cambio.
Y esos son los afortunados.
Porque sienten, saborean, se inundan de ellos mismos.
Caminan despacio, sin prisa... y con cada paso se vuelven más sabios, más de verdad, mas humanos.
Se tornan valientes, se hacen fuertes ante cualquier adversidad, desalojan el miedo de sus vidas y comienzan.
Actúan.
Actuar, esa es la clave.
Ya no les falta el aire, ya no dependen...No sienten la necesidad del engaño barato, de las malas artes, del menosprecio hacia la humanidad.
Y eso les hace LIBRES.
Libres, mientras las burbujas interactúan lastimosamente a su alrededor.