domingo, 26 de septiembre de 2010

AHORA ES TU TIEMPO.



A veces te quedas dormido y no llegas a tiempo.
Porque tus pies no responden y tu cuerpo está anclado y frío como el cemento.
Las manos resbalan queriendo asir el tiempo. Los brazos te pesan, los abrazos se han roto. Y los besos se pierden en miradas ausentes mientras los ojos, callan.

Carencias y decadencias, así es la vida.

Los sueños se confunden en inmenso mar de dudas.
Y regresan tus miedos que viajan al son del viento.

Y entonces escuchas el silencio del corazón herido. Silencio que te aturde, que eriza tu vello.
Y entre tu alma y tu ombligo revolotean los suspiros que acompañan la nostalgia de todo lo no vivido.

Y el horroroso hastío nace y anida en tu pecho vacío.
Un pecho vacío que ya no alberga sentidos, un vacío en el pecho que te deja malherido.

Tus nervios se crispan y tu mente se colapsa. Y te paralizas, y quieres huir pero no puedes.
Sientes crecer dentro de ti la imperiosa necesidad de hacer algo más, de SER algo más, pero no sabes como.
Tus inquietudes se avivan, se rebelan, se abren paso a trompicones. Sin embargo, no te dicen a donde quieren llegar.

Y te asustas. Y piensas sin pensar.
Y tu vida que hasta hace un instante parecía plena, se te antoja rutinaria y monótona.
Etapas de la vida, te dices a ti mismo sin conseguir engañarte.

Miras a tu alrededor y te das cuenta de lo tonto de la situación. Realmente estás bien: tienes salud, tienes a tu gente que te quiere y a la que adoras, tienes trabajo (que no es poco)… Entonces ¿qué más quieres, qué necesitas?

Necesitas realizarte, esa es la palabra.

A veces, uno se acostumbra tanto a su día a día que se acostumbra demasiado.
Te acomodas convenciéndote a ti mismo de que así está bien.
Y no es cierto.

Siempre se puede hacer algo más. Aún estás a tiempo…siempre es buen momento para mejorar.

Y entonces lo decides:
¿No crees que es hora ya de mudanza?
Y no hablo de cambiar de casa o de ciudad. Ni mucho menos de amores o compañías.
Hablo de cambiarte a ti mismo, de consentirte un poco, de mimarte.

Porque, y esto es bien cierto, por mucho que te mimen los demás (que seguro lo hacen), por mucho que estén a tu lado (que lo están), por mucho que te quieran (que sobra decirlo),nadie como tú sabe de ti mismo y de tus inquietudes.

Y por mucho que te ayuden y ofrezcan aliento y salidas, nadie sino tú mismo puede decidir por ti ni dirigir tu empresa.

Hora es ya de dar el paso y de allanar el camino.
De quitar las piedrecitas que se clavan en tus pies para plantar hierba fresca que reconforte tu cuerpo.

Cuando escuches la risa de tu niño dormido y puedas oler las rosas…
Rosas del jardín prohibido.
Abre de par en par la puerta, sube las persianas. Que entre el aire fresco y con él las ilusiones.

Que ilusiones son amores.

Coge tu vida por los cuernos y doma sus intenciones. Marca tu rumbo y no te desvíes. Sé cabezota, muy cabezota. Defiende tu verdad.

Traza tu propio sendero y píntalo de mil colores.
No sigas la línea recta ni el caminito amarillo. Si te digo la verdad, es mucho más divertido zigzagueando el destino.
Y piensa que antes que tú, otros anduvieron los mismos senderos y llegaron a sus metas.
Si otros pudieron ¿Porqué no tú?
Aprende de lo pequeño para hacerlo grande. Y de lo grande, toma sólo lo importante.

Hoy es ahora y ahora eres tú. Déjate llevar por una vez.

Pero no te limites, NUNCA te limites. Nunca te conformes, tarde o temprano algún sueño se cumplirá.
En algún lugar esperan tus anhelos, es cuestión de buscar y buscar y buscar… Acabarás hallándolos.

Pásatelo bien, desmelénate, arrasa con los obstáculos. Que nada te impida ser tú mismo.
Hincha tu pecho de orgullo, échale sal a tus días y azúcar a la amargura.
Sazona los sinsabores, un poquito de picante siempre será bienvenido.

Porque la vida es muy corta para perderla en pesares.
Porque la vida es muy viva…

¡Vístela de faralares!